lunes, 23 de julio de 2012

HAMBRIENTOS DE DESEO CAPITULO 12

Este capitulo le pertenece a Maria en su blog “Letras de hielo y fuego”
Espero que os guste y dejéis vuestros comentarios

HAMBRIENTOS DE DESEO 
 Adaptación 
Summary: Cinco segundos antes, Jacob Black habría jurado que no le podía pasar a él.. que la mujer perfecta para él no existía. Y entonces, la encontró en un restaurante abarrotado. El olor de la dulce y humana Nessi Cullen desató en su interior una necesidad explosiva que jamás recibiría la aprobación de los miembros de su clan.

CAPÍTULO 12:

Tic, tac; tic, tac.

Renesmee observó las manecillas del reloj moderno que colgaba de la pared. El tiempo pasaba tan despacio que no lo podía soportar. La espera la estaba destrozando. Jacob llevaba varias horas fuera de casa y su miedo y su preocupación aumentaban exponencialmente.
Se había sentado en el sofá de cuero del sótano, con Riley en el extremo opuesto. Pensaba en lo todo lo que había pasado durante los días anteriores e intentaba encontrar respuestas, sin éxito.
Justo entonces, se oyó el teléfono. Seth apareció en cuestión de segundos.

—Es para ti, Riley.
—¿Para mí? —preguntó el joven, extrañado.
Seth se encogió de hombros y le dio el teléfono inalámbrico.
—Es una chica. No sé cómo te ha encontrado, pero parece bastante desesperada. Creo que deberías hablar con ella.
Riley se alejó un poco y contestó la llamada. Renesmee decidió aprovechar la ocasión para ir a buscar una aspirina, así que se levantó del sofá y caminó hacia la puerta. En ese momento, oyó un golpe seco a su espalda y se giró. Seth estaba tendido en el suelo, con una herida en la cabeza. Riley se encontraba junto a él, y el teléfono estaba manchado de sangre.
—¡Oh, Dios mío! ¿Qué ha pasado? —preguntó.
Se acercó a Seth y se arrodilló junto a él.
—Se recuperará —afirmó Riley—. No le he pegado demasiado fuerte… sólo lo justo para que pierda el sentido.
—¿Cómo sabes que se recuperará? ¡Lo has golpeado en la cabeza, Riley!
Riley se acercó a la cama, recogió la camiseta que Jacob le había prestado y se la puso. A continuación, se limpió las manos en las perneras de los pantalones y se giró hacia ella. Estaba muy pálido.
—Tienes que venir conmigo, Renesmee.
—¿Qué diablos te pasa, Riley? ¿Con quién has hablado?
Ella quiso alcanzar el móvil de Seth, que llevaba en la cintura, pero el joven se le adelantó y lo arrojó contra una pared, destrozándolo.
—¡No puedes llamar a Jacob! —exclamó—. ¡No puedes llamar a nadie!
Renesmee tomó aire e intentó mantener la calma.
—¿Por qué haces esto? ¿Quién te ha llamado? ¿James?
—Era Irina. James la ha secuestrado a ella y a la madre de Jacob.
—Oh, Dios mío… Pero ¿qué has hecho, Riley? Si eso es cierto, Seth nos podría haber ayudado…
—¡No! Tú no lo entiendes. Me ha dicho que las matarán a las dos si no vamos ahora mismo. Solos.
—Yo no pienso ir a ninguna parte.
Renesmee reaccionó rápidamente e intentó alcanzar el teléfono inalámbrico, que Riley había dejado sobre la cama. Sin embargo, el adolescente la atrapó con suma facilidad.
—Por favor, Renesmee —le rogó—. No quiero hacerte daño. Te estoy diciendo la verdad.
—¿Estás seguro de que era Irina? Podría ser una trampa.
—Estoy seguro. Y me ha pedido que te diga que también tiene el medallón con las fotos… ¿A qué se refería?
—Oh, esto no puede ser verdad… —declaró ella, desesperada—. Se refiere al medallón de Sara Black, que lleva dentro las fotografías de sus dos hijos. Tenemos que esperar a Jacob y a sus compañeros. No podemos ir solos.
—No, no, tenemos que marcharnos. No puedo dejar a Irina con ese hombre.
—Riley…

Renesmee sabía que no podría convencer al joven. Sólo esperaba que Jacob volviera a tiempo de ayudar a Seth; suponía que la herida de la frente no sería peligrosa para un hombre lobo, pero odiaba la idea de dejarlo allí, solo, tendido en el suelo.

—Está bien, Riley, de acuerdo. Te acompañaré.
Riley la agarró de la muñeca.
—Pues vamos. Démonos prisa.

Salieron de la cabaña. El cielo se había cubierto, bloqueando los rayos del sol de la tarde.
Renesmee sintió un frío repentino y se frotó los brazos. Había salido tan deprisa que ni siquiera se había podido poner una chaqueta, y el jersey que llevaba era demasiado fino.
Sabía que Riley no le haría daño, pero también sabía que James no la dejaría escapar bajo ningún concepto. Las utilizaría a Sara y a ella para atraer a Jacob a una trampa, y luego la obligaría a contemplar la muerte del hombre del que se había enamorado.
Jacob era más fuerte que James y, en circunstancias normales, habría acabado con él con cierta facilidad; pero James no jugaba limpio. Y en cuanto a Riley, era evidente que tampoco lo dejaría marchar.

—¿Les has mentido, Riley? —preguntó mientras se internaban en el bosque.
—¿Cómo?
—¿Has mentido a Jacob y a sus compañeros con lo de tu pesadilla? Dime la verdad, por favor.
—¿Crees que mentiría a Jacob? —preguntó, mirándola fijamente.
—¿Serías capaz?
—No. Por Dios, Renesmee… no tengo ningún deseo de que James se salga con la suya, pero no me ha dejado elección.
—Riley, sé que estás asustado, pero necesito que me lo cuentes todo. No puedo ayudarte si no me lo cuentas.
—¿Ayudarme? Dios, Renesmee, eres la única persona que conozco que ofrecería ayuda al tipo que acaba de secuestrarla.
—Porque sé que no me harás daño, Riley. Y si quieres que salgamos de ésta, tendremos que trabajar juntos.
—No pierdas el tiempo conmigo. Ambos sabemos con seguridad que Jacob me matará cuando me encuentre.
—Riley, deberías haber confiado en ellos. Te habrían ayudado.

El chico la miró con expresión de angustia, casi a punto de llorar.
—Eso ya no importa. Tengo que hacer algo… no puedo permitir que hagan daño a Irina. James la ha encontrado por mi culpa, y sacarla de allí es responsabilidad mía.
Renesmee no intentó huir de nuevo. Las cosas se habían puesto muy feas, pero no estaba dispuesta a abandonar al joven. Además, las vidas de Irina y de Sara estaban en juego.
—En eso te equivocas. También es cosa mía, Riley. No estás solo.

Antes de que Jacob pudiera llegar a la cara sur de Fiat Rock, Charlie lo llamó por teléfono para informarlo de que habían encontrado restos humanos en una cueva de la cara norte. Jacob subió al todoterreno y se reunió con sus compañeros; después, dedicaron varias horas a seguir el olor que habían dejado los asesinos, pero el viento soplaba con fuerza y dificultaba la tarea.
Como tenían que avanzar en silencio, quitó el sonido al teléfono y lo puso en modo de vibrar. De hecho, se pegó un buen susto cuando el aparato empezó a moverse en su bolsillo.

—¿Dígame?
—¿Sabes cómo consigo reunir a mis seguidores, Black? Les robo hasta su último resto de humanidad, tiento a la bestia que llevan dentro y me los gano con un asesinato. En cuanto prueban la carne humana, se quedan tan enganchados como un adicto a la heroína. Es una sensación maravillosa. No tienen ni la menor opción frente a mí… y tú tampoco la tendrás.
—¿Quieres apostar algo?
—Por supuesto; te acepto la apuesta que quieras. Pero me temo que tienes muy pocas posibilidades.
Jacob notó que algo iba mal.
—¿Sabes qué es lo que más me gusta de ella? Esa cabellera roja —continuó James—. ¿Tiene el pelo de ese color en todas partes? No, no me lo digas. Prefiero descubrirlo personalmente. Seguro que sabe a fresas…
—No sé qué estás tramando, pero no me voy a tragar el farol.
—Lo harás. Ya lo creo que lo harás —murmuró el hombre lobo—. Hasta pronto, Black.

La comunicación se cortó y Jacob se detuvo en mitad del bosque, paralizado. Sentía una angustia que no lo dejaba respirar, pero reaccionó enseguida, llamó a los otros y les ordenó que se reunieran con él junto al todoterreno. Pocos minutos después, conducían hacia la cabaña a toda velocidad.
Poco antes de llegar al callejón, llamó al teléfono de la casa y al móvil de Seth, pero nadie respondía. En cuanto se detuvieron, salió del vehículo y corrió hacia la entrada.

—¡Renesmee! ¡Seth! —exclamó.
No había signos de lucha en ninguna parte, pero ni Renesmee ni Seth estaban allí. Bajó al sótano a toda prisa y encontró a su amigo en el suelo, con una herida en la frente y un charco de sangre bajo la cabeza.
—¡Dios mío! ¡Seth, despierta! ¿Dónde está Renesmee?
Seth gimió y abrió los ojos.
—¿Jake? Oh, no… tengo que encontrarla…
—¿Qué ha pasado?
—Llamaron a Riley… por teléfono. Era una chica. No sé quién…
—Habla, Seth…
—Me golpeó por la espalda. No recuerdo más.
—Tiene que haber sido James; es la única explicación —dijo Jacob—. ¿Tienes idea de adonde han podido ir?
—Ojala la tuviera, Jake, pero Riley sólo estuvo unos segundos al teléfono y luego me atacó.
Carlisle apareció en la puerta.
—Espero que tuvieras el buen juicio de sellar el pacto de sangre con ella, Black —declaró el irlandés—. Ya no llueve, pero su olor se habrá disipado. El vínculo que se establece con el pacto de sangre podría ser la única forma de encontrarla.
—¿De qué diablos estás hablando, Carlisle? —bramó Jacob—, Tenía entendido que sólo funcionaba con emociones o sentimientos.
Carlisle asintió.
—Sí, pero hay licántropos que afirman que también sirve para localizar físicamente a alguien. Por lo visto, deja una especie de señal que se puede captar como si fuera una emisión de radio… así que tranquilízate y concéntrate en ella. Seguro que sabes dónde está.
Jacob se sintió avergonzado y culpable por no haberlo hecho.
—Vamos, Jake, usa el vínculo —insistió Carlisle.
—Yo… no puedo.
—¿Qué quieres decir con que no puedes? —preguntó Charlie, de pie junto a su compañero—. No me digas que todavía no has establecido el vínculo… ¿Cómo es posible? ¿James la estaba persiguiendo y no te uniste a ella?
—Claro que no lo ha hecho. Estaba demasiado asustado… ¿verdad, Jacob?

La voz que sonó no era la de Charlie ni la de Carlisle, sino la de Billy Black, que acababa de aparecer en la escalera. Tenía sangre en la cabeza y su jersey estaba desgarrado.
Jacob lo miró con incredulidad.

—¿Qué te ha ocurrido? ¿Dónde está mamá?
—Sospecho que en el mismo lugar donde tienen a Renesmee —contestó—. ¿Me acompañas? Tenemos que salvarlas.
—¿Sabes dónde están?
—Por suerte, yo no tengo miedo de seguir los dictados de mi corazón —afirmó su padre—. ¡Por supuesto que sé dónde están!
Jacob se pasó una mano por el pelo, intentando mantener la calma.
—¿Vas a decirme lo que ha pasado? ¿O a seguir gritando?
—Tu madre quería darle unas cosas a Renesmee, de modo que decidimos volver a la cabaña. Alguien disparó a las ruedas de mi coche y nos salimos del camino… Yo quedé atrapado e inconsciente, y cuando desperté, se habían llevado a Sara. Pero basta de preguntas. ¡Tenemos que ir a buscarlas!
—¿Y dónde están?
—Te lo diré en cuanto alguien me traiga un mapa.
—Traeré el que tienes en el todoterreno —dijo Charlie.
Jacob ayudó a Seth a levantarse. Charlie volvió enseguida con el mapa, que extendió sobre la cama del sótano. Billy empezó a buscar la localización, y no tardó demasiado.
—Aquí, aquí es… aquí es donde las tienen.
—Caramba —dijo Seth—, ya me habían dicho que los pactos de sangre se pueden usar para localizar a una persona, pero nunca lo habría creído…
—Pues funciona —afirmó Billy.
Jacob miró a Seth y preguntó:
—¿Te sientes con fuerzas para acompañarnos?
—Intenta detenerme si puedes.
—Entonces, vámonos.
—Podemos ir en coche hasta las cercanías, pero el último tramo lo tendremos que hacer a pie —comentó Billy.
—Me da igual cómo lleguemos —dijo Jacob, que ya se dirigía a la salida—. Siempre y cuando lleguemos a tiempo.

La brisa soplaba suavemente entre los árboles, como un susurro en una habitación. Jake estaba tan tenso que las manos y la frente se le habían cubierto de sudor mientras avanzaban por el bosque. Su padre abría camino porque se había ganado el derecho de dirigir la partida; a fin de cuentas, era su instinto el que les había indicado la localización.
Además, ya no tenían ninguna duda. Unos doscientos metros atrás, habían encontrado uno de los brazaletes de Renesmee, tirado en el suelo. Ahora sabía que Renesmee seguía con vida; pero no por cuánto tiempo.
Pensó que si le ocurría algo malo, no se lo perdonaría nunca. Se dijo que había sido un estúpido; se había dejado llevar por sus temores y se había resistido a sus sentimientos sin darse cuenta de que todo era inútil porque ya estaba perdidamente enamorado de Renesmee.
Deseó hundir los colmillos en la frágil base de su cuello, beber su sangre y completar lo que ya estaba escrito con letras indelebles en su corazón.
El grupo se detuvo en el preciso lugar en que el bosque daba paso a un claro de hierba alta, justo antes de la imponente pared de granito. En el interior de una cueva brillaba un fuego, como un dragón a punto de exhalar.
Jacob alzó la cabeza, olfateó el aire y distinguió el aroma de Renesmee, que le pareció el más perfecto y dulce del mundo. Desgraciadamente, también notó su miedo, cercano al terror.
Billy se dio cuenta de que estaba decidido a atacar de frente y lo detuvo.

—Aún no, Jacob. Tenemos que hacerlo siguiendo las normas de nuestra gente.
—De tu gente, querrás decir. No de la mía.
—Jacob, tranquilízate. Si alimentas el odio, se quedará en ti y te devorará por dentro. Suéltalo y asume de una vez la suerte que tienes.
—¿Y qué hay de Renesmee? ¿Esto también te parece una suerte? Papá, le prometí que cuidaría de ella y mira lo que ha pasado. Está en manos de ese canalla por culpa mía.
Carlisle se acercó a ellos. Sus ojos grises brillaban como dos brasas.
—Los únicos licántropos que he podido oler son James y el chico —declaró—. Están solos, con las mujeres.
—Pero no lo estarán por mucho tiempo.
Jacob se abalanzó hacia la cueva en el preciso instante en que el sol se ponía en el horizonte, lanzando un destello de tonos rojos, dorados y naranjas. Ya había llegado a la entrada cuando oyó la voz de su adversario.
—No te molestes en llamar. Te estábamos esperando, Black. Entra y únete a nuestra pequeña celebración.

Jacob entró, seguido de su padre y del resto de sus compañeros, y se sintió enormemente aliviado al ver a Renesmee y a su madre a la derecha. Riley estaba tendido en el suelo, inmóvil, a pocos metros de las mujeres.
James descansaba sobre una roca enorme, con los codos apoyados en las rodillas. Su cara, sus brazos y su torso estaban cubiertos de sangre, y sus ojos parecían dos pozos profundos y sin vida.
Sin apartar la vista del hombre lobo, Jacob avanzó hacia las mujeres. Billy lo siguió.

—Míralas bien, Jacob —dijo James con una sonrisa de satisfacción—. Míralas bien, porque ahora son mías.
—¿Tuyas? Te has vuelto definitivamente loco —bramó.
El hombre lobo soltó una carcajada.
—No te preocupes; te permitiré luchar por su vida… y luego, cuando estés agonizando, me daré un festín con ellas mientras tú contemplas la escena.
—Has sobrepasado todos los límites de la perversión, James —intervino Billy, con voz gutural, rabiosa.
Billy estaba dispuesto a invocar las leyes de la Liga de los Ancianos, lo cual significaba que iba a desafiar a James. Jacob lo sabía perfectamente, así que se le adelantó.
—James, te reto a muerte.
El hombre lobo volvió a reír.
—Vaya, esto va a ser divertido —dijo.
Jacob gruñó y apretó a Renesmee y a su madre contra la pared de la cueva, para mantenerlas tan lejos como fuera posible de James.
—¿Qué le ha pasado a Riley? —les preguntó.
—Que tu mujer le ha dado un buen golpe —explicó Sara—. El chico estaba dispuesto a retar a ese monstruo cuando Renesmee le ha pegado en la cabeza con una roca. Le ha salvado la vida.
—No por mucho tiempo —murmuró Jacob—. Cuando se recobre, lo mataré.
—No puedes hacer eso. No ha sido culpa suya, Jacob —intervino Renesmee—. Sólo quería salvar a Irina; pero cuando llegamos, James ya había…
—¿Ha matado a la chica? —preguntó Jacob, furioso.
Renesmee asintió.
—Tuve que detener a Riley. Si se hubiera enfrentado a ese monstruo, habría muerto —explicó.
—¿Y lo has dejado inconsciente?,
—Me pareció la mejor solución.
—Eres increíble… —dijo, asombrado.
Seth se inclinó sobre Riley y miró su herida.
—Sospecho que tardará un buen rato en despertar… pero quién sabe, puede que el golpe de Nessi le haya devuelto la sensatez —comentó—. No puedo creer que pretendiera acabar con James sin ayuda.
—No tenía elección. ¿Te acuerdas de la llamada telefónica? Era Irina. Le dijo que James las había secuestrado a ella y a Sara y que las mataría si no me traía de inmediato. Cuando llegamos, ya había…
—No lo pienses, Ness —dijo Jacob—. Olvídalo.
Carlisle se acercó en ese momento a Jacob y le susurró:
—Va a ser casi imposible que lo derrotes en combate, Black.
—¿Por qué dices eso? —preguntó Renesmee.
—La carne humana da una fuerza asombrosa a los licántropos. Se acaba de dar un festín y su sangre está llena de adrenalina.
—¿Y no hay nada que os dé más fuerza que eso? —preguntó Renesmee.
—Ahora que lo dices, sí… —dijo Seth—. Un pacto de sangre.
—¿Un pacto de sangre? Entonces, ¿a qué estamos esperando? Jacob, por favor, tienes que hacerlo —rogó Renesmee—. No queda otra salida.
Jacob sacudió la cabeza.
—No puedo hacerte eso; no después de lo que ha pasado esta noche. No puedo utilizarte de ese modo.
—¡Maldita sea, Jacob! ¡Hazlo de una vez! No quiero perderte… por favor…
—No puedo…

A Jacob le pareció una situación condenadamente irónica. Al principio, no se había atrevido a ofrecerle el pacto porque estaba seguro de que lo rechazaría; y ahora, cuando ella le rogaba que lo hiciera, no podía aceptar; porque si aceptaba y James lo vencía en combate, ella también moriría.

—Sé que no me amas, Jacob, pero no queda otra opción. No permitas que te mate —insistió, llorando—. Te prometo que me marcharé después y te dejaré en paz… te lo prometo. Pero no dejes que te mate. No podría vivir.
—Renesmee, mírame.
Ella alzó la cabeza y lo miró.
—Te amo, Renesmee.
—¿Qué has dicho?
—Que te amo. Te amo tanto que ni siquiera sé cómo explicar lo que siento. Estás en mi corazón, en mi mente, hasta en el aire que respiro… Te amo.
—Entonces, ¿lo harás?-- El volvió a negar con la cabeza.
—No puedo hacerlo, cariño. Así, no. Has pasado por tantos peligros que…
—¿A quién le importa eso, Jake? Estoy viva, Jacob. Pero si te matan…
—Si me matan después de que sellemos el pacto, tú también morirás —le explicó—. Y no lo puedo permitir.
Jacob le dio la espalda a la mujer que amaba y avanzó unos pocos metros. Al acercarse al centro de la cueva, vio los restos de la pobre Irina, junto a la roca en la que James se había sentado.
Carlisle se aproximó, con un cigarrillo en la boca, y sacó un encendedor del bolsillo.
—Billy —dijo—, creo que te corresponde trazar el círculo.
Billy llegó a su altura, tomó un puñado de tierra y lo dejó caer en cuatro puntos distintos, correspondientes a los cuatro puntos cardinales. Después, trazó un círculo amplio en el suelo de la cueva, pronunció las palabras del desafío y concluyó:
—Que así sea entonces. Combatid hasta que sólo quede un lobo con vida.
Jacob se acercó al borde del círculo, se quitó la camiseta y la dejó caer al suelo. James se acercó por el lado contrario.
—¿Luchamos como hombres lobo completos o sólo a media transformación? —preguntó.
—A media —respondió Jake.
James rió y guiñó un ojo a las mujeres.
—Sabía que diría eso.
Billy tocó en el hombro a su hijo y lo miró con ojos llenos de preocupación y orgullo.
—¿Algún consejo? —preguntó Jacob.
—Sí. Puede que Renesmee tenga miedo de nuestro mundo, pero cualquier humano lo tendría. Es una mujer fuerte, valiente y muy protectora contigo. Si la amas, confía en ella. Merece tu fe.
—Lo sé. Es mi compañera.
—En tal caso, es hora de que completes el pacto de sangre, hijo. No juegues con la suerte. La vida es demasiado corta.
Jacob sacudió la cabeza.
—Te prometo que le ofreceré el pacto si salgo con vida de esta cueva. Pero ahora no puedo ni debo hacerlo.
Billy entrecerró los ojos.
—Puede que sea tu única oportunidad de vencer, Jacob.
—Sí, puede ser. Pero por otra parte, la perspectiva de unirme a ella me dará fuerzas sobrehumanas.
Carlisle soltó una risa irónica a su lado. Jacob se giró, caminó hacia Renesmee y la besó en la boca.
—No te pondré en peligro, Ness.
Acto seguido, hizo un gesto a Seth, que se acercó y apartó a Renesmee del lugar donde iban a combatir.
—Te amo, Renesmee. Pase lo que pase, no lo olvides —dicho eso, Jacob tomó aire, inclinó la cabeza y entró en el círculo.

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